En medio de la crecida, doña Ciriaca se niega a dejar su rancho. Prefiere ahogarse en lugar de irse antes de que vuelva Sánchez. En este cuento, De Miguel explora el pasado de la isla y de la mujer, de los vecinos y de Sánchez.
Nadie puede mover a doña Ciriaca de su rancho. Aferrada a las paredes, subida después a la mesa y por último trepada a una silla que colocó sobre la misma tabla, Ciriaca se separa de la crecida del río lo más posible. Ya lo anunció: prefiere ahogarse en lugar de irse antes de que vuelva Sánchez.
En medio de la inundación la historia se abre y los lectores podremos conocer en profundidad (el uso de este término no es azaroso) el pasado de la isla y de la mujer, de los vecinos y del mentado Sánchez.
Este cuento salió en la revista Ficción de 1960 (versión que les leo acá gracias al trabajo de recuperación, catalogación y archivo de Ahira) y luego formó parte de la antología Los que comimos a Solís que la autora entrerriana publicó en 1965.
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La ilustración de este episodio es de Federico Raiman.