Escrita en 2013, la novela Divorcio cuenta la disolución de un matrimonio breve entre una periodista cultural brasileña y un escritor y docente universitario, también brasileño, llamado Ricardo Lísias.
Lisías es un escritor nacido en San Pablo en 1975. Hoy es considerado una de las figuras más relevantes en la escena literaria de Brasil. ¿Son el escritor y el narrador de la novela la misma persona? La pregunta generó varias investigaciones sobre el trabajo de este autor.
En Argentina se pueden encontrar dos de sus novelas: El libro de los mandarines (Adriana Hidalgo, 2014), y Divorcio (Corregidor, 2021). Ambas hacen crítica social. El libro de los mandarines otorga una mirada irónica y sagaz del mundo de las finanzas.
Por su parte, Divorcio apunta a la esfera de la alta sociedad brasileña, en especial a la periodística, por ser hipócrita, interesada y corrupta. Contrasta dos modelos de habitar la cultura: el escritor bajo perfil que sólo anhela leer y escribir, al que no le importan los grandes lujos y que no tiene departamento propio versus la periodista cultural más importante de Brasil (en sus propias palabras), ambiciosa, voraz, dueña de un departamento en el refinado barrio Jardins.
Divorcio está narrada en primera persona por Lísias y se emparenta al formato de un diario íntimo. Por un lado, el matrimonio se disuelve porque Ricardo encuentra y lee el diario de su mujer. Por el otro, Ricardo se dedica a escribir una especie de bitácora de su renacimiento. Porque eso es lo que le pasa a partir de que encuentra este diario y decide irse de su casa: muere y vuelve a nacer.
¿Qué nos pasa a los humanos cuando experimentamos el desamor? Esta novela explora la dimensión física del dolor de la manera más literal posible. Ricardo siente que se le desintegró la piel, que está en carne viva. Su renacimiento consiste entonces en volver a hacerse una piel. Y eso lo consigue corriendo.
Los capítulos de Divorcio se llaman Kilómetros, porque van contando el camino que lleva a Lisías a correr la carrera de San Silvestre. Cómo empezó a caminar a medianoche por la ciudad de San Pablo para calmar los nervios, cómo eso le permitió volver a dormir varias horas, cómo las caminatas devinieron en corridas y cómo todo este entrenamiento ayudó a generar una nueva rutina que le permitió salir adelante.
En esta rutina el hábito de escribir es fundamental. De hecho, la novela habla de sí misma. Ricardo cuenta cómo día a día, entre sus entrenamientos y las obligaciones que de a poco retoma, va armando el relato Divorcio, que al principio iba a ser sólo un cuento. El lector asiste, así, al detrás de escena del libro que está leyendo.
El hecho de ser narrada en primera persona contribuye a explotar y acentuar la sensación del descarne. Ricardo es completamente honesto, cuenta lo malo y lo bueno que le pasa, permite que el lector conozca todas las etapas de su duelo. Subterráneamente, está la historia de cómo se convirtió en la persona que es hoy: hay recuerdos de la infancia, de la adolescencia solitaria, de la sobredosis de droga que lo dejó inconsciente en la enfermería de su universidad.
Divorcio es una novela sobre cómo se van encastrando y desencastrando a lo largo de la vida las diferentes partes que componen el rompecabezas que somos. Y regala un mensaje de esperanza. “Voy a terminar esta maratón”, dice Lísias, queriendo también decir “voy a recomponer mi vida”. Efectivamente, la termina.