Iguales, similares, parecidos. La seguridad se va desdibujando en el ir y venir del agua en el libro de Ariel Florencia Richards, quien pone de manifiesto cómo emerge lo que vivía sumergido.
Las olas son las mismas (Paripe Books, 2022) es una novela corta de la autora chilena Ariel Florencia Richards, quien la publicó por primera vez en 2016 bajo el nombre de Juan José Richards. Es una novela sobre el duelo, la pérdida, los finales, los vacíos.
El libro comienza con una voz narradora femenina que está contemplando el mar mientras recuerda una escena que vio hace años cuando estaba en París. La imagen se compone de dos hombres caminando juntos, alejándose del río. El lector luego seguirá de cerca a esos hombres. Se llaman Aurelien y Maxime, se conocieron en el metro y luego de un noviazgo más bien breve decidieron ir a recibir el año 2000 a la ciudad de Valparaíso, Chile.
A su vez, Valparaíso es la ciudad natal de Juan, un estudiante que está en Nueva York asistiendo a un curso de escritura creativa. Juan va mucho a la biblioteca de la universidad. Un día, encuentra un pequeño cuaderno sin nombre, sin editorial, sin nada. Es un diario. Más específicamente la bitácora de un viaje a Valparaíso en las vísperas del 2000, escrita a dúo por dos hombres. Y su final es inconcluso.
Juan y el taller de escritura creativa de Nueva York dan pie a que Las olas son las mismas funcione como reflexión metaliteraria. Ciertas situaciones curiosas (y azarosas) que vive el estudiante al momento de relacionarse con los materiales de lectura desembocan en una inquietud por los comienzos y los finales de las narraciones: “Es posible, piensa Juan, entender lo que desaparece como lo que origina el relato. Pero y ¿el final?”. Él quiere escribir un final para la historia de los franceses para su clase, pero no lo logra. Ninguna de las posibilidades que se le ocurren se siente la correcta.
La introspección es una gran protagonista de esta historia. Juan es de Aries y lee siempre su horóscopo. En una entrada, este dice: “¿Qué es eso que te incomoda en el fondo? (…) Mirar hacia adentro es como encender la luz en una pieza oscura, pero también es como encontrarse con algo insospechado en un lugar común”. Mirar hacia adentro, es, ciertamente, incómodo. Exteriorizar los sentimientos aún más.
En el prólogo, la autora cuenta que cuando era chica sólo podía contarle a la madre lo que le pasaba a través de cartas que le dejaba bajo la almohada. La madre le respondía de la misma manera, escribiendo. Sin embargo, siempre hay cosas que le escapan a las palabras, cualquiera sea su canal: “Hubo temas que me negué a enfrentar, incluso en papel”, recuerda Ariel.
“Las olas son las mismas”: una premisa que la novela se encarga de desarmar. El cambio, la incertidumbre del porvenir, el hacer y deshacer del azar son las fuerzas que mueven las dos historias, imbricadas delicadamente. El agua, las olas, el mar, son una metáfora de todo esto. Piensa la narradora frente al muelle: “Ahora sé que cuando se genera una ola las partículas de agua no retornan nunca al mismo punto donde estaban, sino que vuelven a otro, ligeramente distinto. Completamente desconocido.” Juan, Aurelien y Maxime son el agua que se convierte en ola y rompe contra el muelle. Vuelven al lugar en el que comenzó la historia, pero ya no son los mismos.
Esta novela invita a recibir el porvenir con los brazos abiertos. Con miedo, claro, pero con los brazos abiertos al fin. Es un libro para leer cuando la ansiedad por el futuro nos sobrepasa, cuando necesitamos anclar en un lugar seguro solamente para seguir andando.
Ficha técnica
Las olas son las mismas de Ariel Florencia Richards
98 páginas
2022