La Editorial Empatía nació con el objetivo de acercar a la Argentina nuevas realidades y geografías a través de la ficción. Su editora, Marcela Carbajo, trae el debate de porqué tenemos tan poco contacto con la literatura africana. ¿Es que no hay producción, no nos interesa o no llega?
Argentina tiene una vasta producción escrita, reconocida internacionalmente. Sin embargo, su consumo no escapa a la lógica mainstream: generalmente, leemos lo que se produce en Buenos Aires, en Estados Unidos, o en países europeos. Como un intento de acercar títulos de otras latitudes, Marcela Carbajo creó Empatía, una editorial independiente de literatura africana. En esta entrevista cuenta cómo surgió la idea y cuáles fueron y son sus principales obstáculos.
El sello comenzó a crearse en 2017, con una primera investigación. Marcela cuenta que ya venía con la intención de encarar un proyecto editorial, pero quería publicar cosas que no se conocieran, que no llegasen. Lo primero que se le ocurrió fue África. Y como hay tan poco publicado, su primer desafío fue contactar autores, conocer quiénes eran los que estaban escribiendo. Un año después salió su primer libro, la antología Escritores africanos contemporáneos.
“Con la literatura de otros lugares, uno puede entender de otra manera a otras culturas, otras historias, otras maneras de pensar. Y para mi eso es muy bueno. La literatura africana es muy vasta, muy amplia. En ese esfuerzo estamos, en tratar de darla a conocer. La idea es abrir muchas puertas”, expresa.
-¿Cuál fue tu obstáculo más grande en el armado de la editorial?
-Al principio tuve, por lo menos un año, de investigación y de lectura. Yo sabía muy poco de literatura africana y es algo no está contemplado dentro del canon literario.
Después de leer e indagar mucho, empecé a buscar a los autores. Era muy difícil ubicarlos, no conocía editoriales como para contactarlas y pedir los derechos.
Yo decidí empezar con una antología de 11 autores, de 11 países diferentes. Si ahora volviera a empezar, no lo haría. No es lo mismo encontrar un autor, negociar y ver la traducción que encontrar a 11 autores. Igual estoy muy contenta con el resultado, pero bueno, fueron esas cosas del derecho de piso de empezar con algo así.
Ahora ya tengo contactos en las editoriales, incluso me envían material cuando se publica algo nuevo. Pero el primer tiempo fue complicado.
-¿Cómo fue el recibimiento de Empatía?
-Me sorprendió la aceptación que tuvo desde el principio. No solamente con los lectores sino con las librerías también. Un tema que es complejo cuando uno abre una editorial nueva, es que una librería te tome los libros. Porque es entendible, ya tiene los grandes monstruos literarios que les llevan sus cajas de libros. Y a la librería le complica tener libros que no sabe si los va a vender. Es muy difícil entrar en ese circuito. Pero como era un tema que había muy poco publicado la verdad tuve muy buena aceptación.
Los escritores africanos estaban felices. Me llamó mucho la atención el conocimiento que tenían en general de la literatura latinoamericana, cosa que no pasa al revés. Rayuela de Cortázar se lee muchísimo, García Márquez. Uno de los autores a los que le escribí me dice: “Que alegría que me escriban de la tierra de Borges. Justo en este momento estoy leyendo a Samanta Schweblin”.
-¿Hay criterios o temáticas que puedan unificar a la escritura africana?
-Uno al principio no toma demasiada conciencia de que son 54 países y más de 1200 millones de personas, que tiene muchísima producción y que no tiene nada que ver una zona con otra. Uno de los problemas es la concepción de que África es un solo bloque.
Sin embargo, sí hay algunos tópicos que atraviesan su literatura, como la colonización y el trauma que significó sobre las culturas tradicionales. Los países africanos se independizaron en la época de los 60, 70, y algunos en los 80. La mayoría de los escritores más o menos grandes vivieron bajo el imperio colonizador. La generación intermedia puso muchas expectativas en las independencias y después se encontraron con dictadores que se quedaron durante 40 años en el poder. Entonces, obviamente es un tema muy fuerte.
Los autores más jóvenes tienen otros asuntos. La situación de la mujer es un aspecto que los atraviesa mucho.
Después, tenés países con fuerte población musulmana, otros donde se impuso el cristianismo y sigue coexistiendo con otras religiones tradicionales. Cada país tiene su historia y sus conflictos particulares.
Leer determinados conflictos y situaciones a partir de la ficción, de una buena novela, también ayuda a entender los procesos históricos de otro lado. Creo que las ficciones sirven fundamentalmente para eso, para dar a conocer otras realidades de manera más empática.
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