¿Quién es capaz de arrojar la primera piedra de tener una familia “normal”? En esta extraordinaria novela de Sara Mesa el lugar que ocupa cada personaje en su núcleo íntimo lo determinará para siempre.
Sara Mesa es una escritora española, nacida en Madrid pero radicada en Sevilla desde chica. Publicó varias novelas, entre ellas Cuatro por Cuatro, obra finalista del Premio Herralde de Novela en el 2012.
La familia (Anagrama, 2022), la más reciente novela de Mesa, ganó este año el Premio Cálamo extraordinario, concedido por la librería Cálamo de Zaragoza. El premio “extraordinario” va para una obra de relevancia especial o a un autor/a de larga trayectoria que, según la librería, merezca este reconocimiento. La familia es, sin lugar a dudas, un libro extraordinario.
Los títulos de Mesa van siempre al hueso: Cicatriz, Mala letra, Un amor, La familia. No hay dudas sobre el tema de la novela. Esta familia es disfuncional, como lo son todas en algún punto. Está compuesta por una madre, un padre y cuatro hermanos. Una de ellos, Martina, es en realidad una prima, que fue adoptada por sus tíos tras la muerte de su madre.
La novela empieza tomando la perspectiva de Martina y muestra el contraste entre su forma de ser, su esencia, y los hábitos y valores que se manejan en el nuevo hogar. Todo aparenta indicar que Martina es la oveja negra, lo cual es cierto. Sin embargo -y acá es donde la propuesta del libro se vuelve interesante- todos lo son. Los integrantes de esta familia son ovejas negras encubiertas, bajo la tiranía de un padre inflexible, estricto a niveles extremos, dictador de una moral avasalladora que convierte la casa en una verdadera cárcel.
La novela va rotando de perspectivas y poniendo en escena episodios de la vida de los hermanos, escenas que muestran puntos de quiebre en sus personalidades y en la manera de llevar su vida, ya sea bajo el yugo familiar o una vez emancipados de este.
Damián, el hermano mayor, tiene la característica de ser gordo. Está claro que oculta sus verdaderos deseos y opiniones y se deja avasallar por el ímpetu de las órdenes de Padre, conteniendo su ira hasta que esta explota con una vecina del edificio. Rosa, la siguiente, la más emocional y sensible, oscila entre ser un tiro al aire y una persona responsable con una vida recta y tradicional. En la adolescencia se escapa de la casa de Padre para encontrarse con un novio. En la adultez, escapa de su casa marital para reacomodar su vida.
Aquí, el menor de los hijos de Madre y Padre, es un caso especial: es el único que no parece afectado por la rigidez bajo la que es criado. Su personalidad es inquebrantable, tiene muy claro qué es real y qué no, qué está mal y qué está bien, y por sobre todo, cómo conseguir lo que quiere de sus padres.
Por último está Martina, que tiene más o menos la edad de Rosa. A Martina la encontramos al comienzo de la novela y al final, donde aparecen dos episodios suyos, uno de la infancia, donde se ve más sobre la incomodidad que le genera su familia adoptiva, y otro donde, a partir de un hecho que desestabiliza a toda la familia, sale a la luz el tipo de relación entre todos los hermanos durante la adultez.
La familia es un libro donde, como en todos los libros de Mesa, la mundanidad se devela inquietante, oscura a la luz del día, peligrosa, desoladora. Es muy fácil de leer, su manera de narrar es limpia y pulcra. La tensión es manejada de tal manera que es muy difícil hacer un parate en la lectura. Queda, luego de leerlo, una sensación de extrañeza y de inconclusividad: si bien la línea principal de la historia se cierra, las adyacentes, las que recorren las vidas de los hermanos, quedan suspendidas en algún tiempo. Pero por sobre todo, queda una certeza: las familias nunca, pero nunca, son lo que aparentan.
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